Friday, February 4, 2011


Tom solia decir que después de haber matado y ordenado matar a tanta gente, estaba convencido de que él tambien moriria asesinado. 
Pero Jack no era Tom.

-No llores, barbie.
23:56, hora de llegada del sujeto.
Se suponia que tenia que llegar al garaje a esa hora, bajarse de su limusina acompañado de sus dos gorilas, 
y morir.
 Limpio, de una sola bala.

-No estoy llorando.
Jack solo se rió. Si no hubiese estado ensangrentado en mis brazos yo también me habria reido.
-Claro que no.
-Tom está al venir...
Se suponia
Porque la limusina apareció a las 23:48. Y con él no habia dos gorilas si no cuatro.
-Nos estaban esperando.
Luego no sabria recomponer enteros mis recuerdos, pero a la mañana siguiente tuve constancia de haberle perseguido un par de filas de coches mientras Jack me cubría.
De alcanzarle en la pierna, en la cadera, y finalmente en el pecho, antes de disparle una última vez al lado izquierdo de la cabeza. 
Nada limpio.
De volver corriendo y llevarme un par de gorilas por delante.
De caer al suelo mientras la limusina desaparecia a toda velocidad, dejando atrás su cadaver.

-Nunca lo habia imaginado así.
-No digas eso...
-Eh, mirame.
00:36, entrega de vehiculo con cuerpo dentro.
Pero no hubo ningún vehiculo a las 00:36 en el destino fijado.
Rehice seis veces el torniquete improvisado con mi pañuelo sobre la herida.
Comprobé la hora a las 00:28, a la 1:09, a las 2:23, a las 3:00,
y maldije a Tom por no haber llegado aún.
-Aguanta, vamos. Cómo un hombre.
-Al menos sabrás que no he muerto viejo y solo.
-Jack
-Habria sido un viejo cascarrabias insoportable, ¿no crees?
Me rei.
¿Cómo no me iba a reir?
-Ya, barbie. Ya está.
-Jack...
Entonces llegó Tom.
Nuestro jefe se arodilló a mi lado y volvió a rehacer mi torniquete. No le hizo falta hablar con Jack.

No volvi a sugerir el hospital.
No volvi a mirar la hora. 
Nos quedamos alli sentados, 
quizás diez minutos, quizás un par de horas más.
 La cabeza de Jack apoyada en mis rodillas. Las manos de Tom en su herida. Las mias en su mejilla.
Pero Jack no era Tom,
y yo no estaba dispuesta a dejar morir a mi amigo alli, en mis brazos, en el suelo sucio de un garage.
Pero no habia nada qué hacer.
-Vamos, pequeña. Vamos a casa. 
Seis




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