Thursday, October 8, 2009

-¿Has ido alguna vez a prisión?
-Una vez... estuve A PUNTO.
-Oh... -esbozó una sonrisa malvada- pensaba que ibas a mentirme.


Cuando me dí cuenta de que la investigación en la que participaba traspasaba los limites de la legalidad era demasiado tarde. Demasiadas firmas en patentes a punto de ser aprobadas. Demasiadas evidencias de mi participación como para que la ignorancia sirviese para justificar mi inocencia. Tampoco quedaba exactamene claro si el dinero de la beca por la que trabajaba allí estaba limpio o procedía de investigaciones similares en la misma linea. Y, a decir verdad, tampoco estaba segura de que me importase.
Y entonces apareció TOM.
-Yo no lo llamo falta de principios, yo lo llamo sentido de la supervivencia.
-Oh, claro. Me encantais tanto vosotros, mentes maravillosas, con vuestras simplificaciones.
Siempre me había creido demasiado lista, pero en realidad sabía que no era una mente maravillosa. Por eso, también, sabía que no me iban engañar dos veces.
La oferta de Tom era sencilla, sin trampa. Él se ocuparía de todos los cargos, limpiaría mi nombre, quizás mi hiciese desaparecer del mapa, si era necesario. Yo sólo tenía que trabajar para él. SÓLO. Desde el momento en el que me lo planteó supe, o quise saber, todas las consecuencias que aquello acarreaba, pero, comparado con la larga condena en prisión que se me ofrecía como alternativa, trabajar bajo las ordenes de aquel poderoso mercenario salido de la nada me pareció siempre la mejor opción.


-Supongo que por fin sabes cómo acabé aqui.
-Supongo que al final va a ser cierto que te dejaste engañar.


Cinco.