Friday, January 14, 2011

-No digas que eres inocente Carlo, porque es un insulto a mi inteligencia, y eso no me divierte.

Thursday, January 13, 2011


3 años después

-¿Cuando vuelve Pablo?
-En tres días.
-¿Se lo vas a decir?
-Se lo dije antes de que se fuese. No podía mentirle.
-Ah barbie... lo que haces por tener vacaciones.
Se rie, pero no es la risa del Tom que conozco. Es una carcajada triste.
-No quiero vacaciones.
-Oh, pero las vas a necesitar.
¿Me está despidiendo?
-Podrías cogerme la mano y hablarme de cosas bonitas.
-¿Qué te ha dicho de Joline?
-Que apenas la ve. Cuatro veces desde el día de La Bohème. Ya no vive aquí, pero no le ha dicho dónde.
-Tú no puedes mentirle, pero su hermana sí, parece.
-¿No se ha ido?
-Tratamiento de linfoma.
-Asique no ha cambiado de jefe, sólo ha dejado de trabajar.
-Fue duro asumir su baja, pero me va a doler más prescindir de ti.
-Tom no. No puedes, por favor...
-Estate quieta. Necesitas reposo.
-Por favor...
-Si te doy a elegir entre el trabajo y Pablo los dos sabemos que vas a elegir. Y sé que te vas arrepentir. No quiero que re arrepientas de nada, barbie.
-No puedes elegir por mi.
-Soy tu jefe. Además, no voy a dejar a mi favorita a su suerte, no te despido, te doy vacaciones indefinidas.
-Has hablado con él.
-Digamos que le he ofrecido trabajo.
-Digamos que lo ha rechazado. ¿Cuándo?
-El día de La Bohème.
-Hace tres años de eso.
-Tres años y dos meses.
-¿Por qué ahora?
-Porque casi mueres en una operación de servicio. Tuve suficiente con Jack.
Es inútil discutir con Tom.
-Hoy la habría aceptado-le dije-Hace un año pensé que sería capaz. De matarlos.
Recuerdo el brillo de su mirada al empuñar la pistola. 
Había visto a muchos hombres hacer lo mismo, pero no podía soportar contemplar a Pablo en esa situación. 
Nosotros estábamos contaminados de alguna forma, pero él no.
Él simbolizaba para mi toda la inocencia que mi trabajo me arrancaba. No podría perdonarme que la perdiese por mi culpa.
-Pero los mataste tú.
Me habían seguido a mí. Yo era la torpe que había cometido el descuido que la llevó a tener una pistola apuntando a la cabeza.
-No podía permitir que hiciese eso por mí.
-Y no lo hiciste. Aunque casi conseguiste que os matasen a ambos por el camino.
-¿Sabes? Iba a pedirme matrimonio ese día. Pero después de eso me pidió que le prometiese que me retiraría antes de que me matasen.
-Entonces es hora de buscar vestido de novia.
-Pero no me he retirado. Me has despedido tú.
-Esa palabra es tan fea, barbie... ¿sabes por qué te contraté?
-Porque estaba desesperada, y viste la ocasión de explotar mi desesperación, y canalizarla.
-Pero ya no lo estás.
Nos reimos los dos un instante.
-Oh Tom, te estás haciendo viejo.

Diez

Wednesday, January 12, 2011

Monday, January 10, 2011

Cuando Mary Jane dijo desde el balcón que mi 'apuesto amigo' acababa de llegar a casa, di por hecho que se referia a Daniel.
Sin embargo fue David quien apareció apoyado en la puerta de mis aposentos. Habia olvidado lo mucho que le habia gustado aquella noche que coincidió con él en La Buttoned.
-¿Interrumpo?
La cama deshecha, el olor a sexo, mi pelo revuelto, y el estuche del collar de perlas que la muy maldita de Mary Jane habia dejado a la vista después de llevarse su contenido, 'Puta tenía qué ser', no decían mucho a mi favor.
-No. No. ¿Qué...?
-Voy a llevarte a un sitio.



-¿Whiskey?
Asentí.
-Es guapa.
Miré a ambos lados, pero a excepción de un caballero con la cabeza metida en un libro, éramos los únicos clientes.
-¿Quien?
-Su amiga.
Oh.
 Jamás dejaría a Mary Jane saberse halagada.
-Es curioso. Ella piensa lo mismo.
-Volvió ayer.
Esta vez no me hizo preguntar quien.
-Renée.
Cada vez tenía menos sentido la visita.
-¿Qué quieres?
-Mi hermano dijo que ultimamente se dedicaba a malgastar el tiempo y el dinero en alcohol y pastillas. Y en esa dama.
-Bueno, Daniel ha olvidado los progresos de mi tesis, obviamente.
-Mañana por la noche a La Buttoned.


No dije nada. Y puso sobre la mesa un sobre sellado a nombre de 'Mr Charles Doe'.

-Si le pregunta, llegó con el correo ordinario.

'Fue ella la que...' iba a decir, pero ni siquiera pude terminar mi pensamiento. 
¿Qué había ocurrido en realidad? 
Todo parecía un sueño del que acabase de despertar y aún luchase por recordar todos los detalles.

-No lo sé.
-Las diez es una buena hora.
-No lo sé.
-Hasta mañana, Charles.



Era un día de calor, a pesar de ser principios de
primavera.
las banderas amanecieron a media asta,
pero no había viento que las hicese ondear.

Alcé la mirada hacia la cúpula blanca del capitolio,
buscando el cielo,
pero mis ojos se perdieron en las enormes pantallas,
encendidas desde la noche anterior.
Ví a los rebeldes luchando,
veinte años atrás,
del mismo modo que los asustados ciudadanos
debieron de observar la batalla del palacio,
paralizados en esta misma plaza.
Reconocí las imágenes de mi cámara,
pero, como tantas otras veces,
mis recuerdos no encajaban al completo con el testimonio 
de aquel compañero mudo que instalaron en mi traje.
Le ví de nuevo a él,
veinte años más joven,
cediendo al impulso de cerrar aquellos largos dedos 
para siempre
sobre el cuello de un opresor que poco poderoso parecía
encerrado en sus garras.
Ví mis propias manos sobre sus hombros.
no se gabró el audio pero pude oir mi propia voz,
'Debe ser judgado'.

Me dí la vuelta y comencé a andar hacia casa, 
antes de que los más madrugadores comenzasen a llegar a la plaza.
No me hacía falta seguir contemplando la pantalla 
para ver de nuevo el ajusticiamiento,
revivir nuestros juramentos, ni recordar la investidura
del que fuera primero mi anfitrión, y más tarde mi mentor.

-¿Preparada?
Asentí, tomando mi mano gemela,
y dejé caer mi ramo de rosas blancas sobre el féretro transparente.
Todo era blanco aquél día,
las columnas de mármol del capitolio, mi vestido,
la barba anciana que no crecería más,
mis flores, la tribuna improvisada para la ocasión.
pero mi alma se me antojaba gris,
y llena de pena.
No subí al atril.
Sin pensarlo puse una mano en el pecho, y clavé la mirada en el infinito.
la multitud esperaba mi discurso, pero las palabras morían en mi laringe,
y las lágrimas resbalaban por mis mejillas.

-Hoy La Nueva Democracia está de luto, 
Presidente.





Sunday, January 9, 2011


- Y en París puedes pedir cerveza en el McDonald's.
- Ummm...
- ¿Y sabes cómo llaman al cuarto de libra con queso en París?
- ¿No lo llaman cuarto de libra con queso?
- Utilizan el Sistema Métrico, no sabrían qué coño es un cuarto de libra.
- ¿Pues cómo lo llaman?
- Lo llaman una 'Royale con queso'.
- Royale con queso.
- Sí, eso es.
- Ajá... ¿y cómo llaman al Big Mac?
- Un Big Mac es un Big Mac, pero lo llaman 'Le Big Mac'.
- 'Le Big Mac'... ¿y cómo llaman al Whooper?
- No lo sé, no fui a ningún Burger King. 

Saturday, January 8, 2011


-No he venido a acostarme contigo.

Y aunque él se reia juro qué yo lo decia en serio.
Quiero decir, ya sabia que iba a acostarme con él, pero ese no era el motivo principal, y más importante, de mi visita

-¿Y por eso vienes a verme con lenceria a juego?
-Hay qué salir guapa de casa.



Friday, January 7, 2011

-¿Cómo te puede funcionar fingir que estás conmigo para ligar? 
-Porque luego te dejo.
-Ah, ¿y al revés? 
-No, lista, que para algo finjo yo.

Tuesday, January 4, 2011

-La Boheme, esta noche, tiene que venir, Charles. He oido que es tremendamente aburrida. Vendrá, ¿verdad?

-Eso es un gran argumento para convencerme.

-¡Oh, vamos!  ¡Por favor, Mr Doe! Sea buen amigo. Renée está terriblemente enojada conmigo porque espanté a ese estupido conde francés que la rondaba. Incluso me ha amenazado con no dirigirme la palabra en toda la noche. 'Ha ido usted muy lejos, Daniel, me he quedado sin entretenimiento' me dijo, la muy pretenciosa, ¡¿puede creerlo?! 

-Asombrado me hayo.

-Oh, si la viese, a la muy maldita. Necesito a alguien que entretenga a esa dichosa dama. Y mi hermano David no regresará a la ciudad hasta dentro de dos dias, convecciones de intelectuales, ya sabe. 

-Ahá...

-Perfecto, a las ocho en la ópera pues, ya sabia que podia contar usted, querido.

Sunday, January 2, 2011



-Has venido.
-¿Cómo iba a no venir?
Postrado en aquella cama, conectado a aquellos tubos cómo un muñeco,  ojeroso, y despojado de sus trajes con chaqueta y corbata, la edad y la enfermedad parecen haber consumido a Tom hasta reducirle a una figura apenas reconocible. Hasta su débil voz lo traiciona convirtiendose en una estruendosa tos cuando trata de contestarme.
-¿Sabes quien ha venido? NADIE. 
-Siempre me ha gustado ser diferente. -le replico colocando mis rosas blancas en un jarrón junto a su mesilla.
-Es el vigésimo ramo de rosas que llega, ¿sabes? -dice con melancolía- No ha venido nadie. 
-No podia no venir.
-Nadie que no quiera algo. ¡Solo quieren despedazarme pequeña!
-Algo he oido.
-¡Claro qué has oido! ¡Seguro que ahora mismo están reunidos! ¡Tramando cómo repartirse mi imperio! ¿Y sabes qué?
-Solo son ratas, Tom.
Cojo su arrugada mano para ponerla en mi regazo. Ojalá supiese consolar.
-Y arrasarán con todo. Escucha pequeña, ¿lo quieres? Puedo dartelo. Todo. Sólo pidemelo. 
-No puedo. 
-Se te daba tan bien...
Le doy un beso protector en las manos entrelazadas, y le coloco las palmas en mi vientre.
-Tres meses. -respondo a su mirada sorprendida.
-Vaya, vaya, pequeña.
Y sonrie. 
No he visto sonreir a Tom desde que le diagnosticaron el cáncer.
Llevo dos años visitandolo cada mes, ¿cómo voy a abandonar a un anciano solitario? Sobretodo cuando, si no me hubiese reclutado para su ejercito de mercenarios modernos, alejándome del momento mas negro de mi vida, quizás no me hubiese convertido en lo que soy ahora.
-Escúchame. ¿Recuerdas el primero de mis pisos en el que viviste? ¿Tienes la llave aún?
Hago memoria y recuerdo que me ordenó no deshacerme de ella, jamás.
-Ahá.
-Coge esa llave y ve a Zürich. Todo lo que hay en mi cuenta es tuyo.
-Tom...
-No. Prométemelo. Mis hijos están muertos. Jack está muerto. ¿Vas a dejar que se lo queden esas ratas? Tú eres lo único que me queda, pequeña. Eres la única que ha venido a verme.
-No soy nadie...
-Di que me lo prometes. Dimelo.
No necesito ese dinero. No puedo cogerlo. Pero no sé que me da más asco, quedarme con la fortuna de Tom, o dejar que las ratas se lo repartan entre ellas.
-Para el bebé. Jamás vi nacer a mi nieto.
Este bebé jamás tendrá un abuelo.
-Te lo prometo.

Epílogo