Wednesday, September 1, 2010

I. Mircea (Guardián)


Hace mucho tiempo, le había contado una vez una mujer, los Guardianes solían ser los elegidos para convertirse en Filósofos y aconsejar a los Príncipes, transmitiendo su sabiduría. 
Mientras duraba el proceso de aprendizaje y conversión, los Guardianes mas jóvenes tenían la tarea de defender la ciudad.
Se les llamaba así porque guardaban la paz. 
Pero la paz es efímera

Mircea conocía bien el resto de la historia. O una parte al menos. Las guerras entre Príncipes y Guardianes se sucedieron una tras otra, cada una heredera de la anterior. ¿Cómo se había quebrantado por primera vez la paz? No estaba seguro. 
Sabía por propia experiencia que los Guardianes habían sido guerreros que servían a la Polis con sus vidas. Ya no estudiaban para convertirse en filósofos. Ya no se abandonaban a los libros y el celibato a los treinta años, como antaño. Tenían prohibido tener familia, sin embargo. Los hijos varones que engendrasen, eran dispuestos para el Consejo y entrenados como futuros Guardianes. Las hijas mujeres, entregadas a los templos y criadas para ser Sacerdotisas.
Sabía que los Príncipes, al contrario, lo tenían todo.. Podían tener hijos sin que fueran arrebatados de los brazos de sus madres. Podían elegir una esposa con la que compartir el lecho al caer la noche. Los Príncipes eran la autoridad política de la Polis, y, en última estancia, los jefes del ejército. Pero aún así, los Guardianes eran los verdaderos protectores de la Polis.

Así se sentía Mircea, tercer capitán de Atenas, protector de su Polis.

Los Guardianes iniciaron una rebelión en busca de una respuesta de los Filósofos, le había dicho aquella mujer, los Filósofos les perdonaron por obrar en ignorancia del bien, pero quedaban muy pocos filósofos tras la rebelión. No les enseñaron el bien, y desaparecieron poco después.

Mircea no había conocido a ningún Filósofo, y dudaba que aquella mujer lo hubiese hecho tampoco.

-Mircea.
-Alejandro -se inclinó ante el recién llegado-Mi señor.
Era un hombre corpulento. Y apuesto. La ridícula perilla que llevaba habría dado aspecto cómico a cualquier otro hombre, pero a él le hacía atractivo incluso. El cansancio y la preocupación se habían agolpado recientemente en sus ojeras, haciéndole parecer más viejo.
-Los hermanos Lestarat han sido rescatados.
Mircea tragó saliva, avergonzado de repente, al recordar a la pequeña Lestarat.
-Eso significa que hemos perdido Troya.
-En efecto. Los han llevado a Chrysó, el Príncipe era amigo de su padre y se ha ofrecido a protegerlos.