Thursday, February 10, 2011



-Irnos supuso un sacrificio,
pero no sólo porque abandonabamos nuestro mundo,
si no porque en la huída nos atacaron
y perdimos gran parte de nuestro material,
nuestra investigación,
nuestra arma,
reducida a pedazos
o perdida en el fondo del mar.
Nuestras mejores mentes,
caídas
la mayoría de ellas.
Sólo unos pocos conseguimos llegar.

Nos había llevado a la otra costa de la isla
desde allí habíamos podido comprobar que, efectivamente, se trataba de un 
pequeño archipielágo,
Las Islas.
Apoyado en un largo bastón de marfil,
nos guiaba a través de laboratorios y salas de ordenadores vacías.
Estimé que al menos sesenta años separaban
la tecnología polvorienta
que nos acogía de nosotros.

-Pero no todos nos fuimos.
Algunos de nosotros quedaron atrás,
como ya sabeis.
escondidos unos,
infiltrados otros,
y, junto a nosotros, a la espera.

-¿A la espera de qué?

-De poder recuperar nuestro secreto,
de poder fabricar de nuevo nuestras armas.
De devolver la paz 
que le fué arrebatada al mundo.
A vosotros,
muchacho.
Hemos pasado setenta y cinco esperando
que nuestros aliados nos 
enviasen la clave.
Y esa clave, sois vosotros.

Mi compañero y yo nos miramos,
quizás ninguno de los dos se había planteado realemente 
qué esperaban realmente de nosotros allí.

-¿La clave exactamente de QUÉ? -
me atreví a preguntar.

-Oh, vereis. Venid.

Nos guió a través de un enorme pasillo blanco, que
terminaba en una puerta enorme,
aparentemente pesada.

-Bienvenidos al corazón de Las Islas.










No comments:

Post a Comment

Note: Only a member of this blog may post a comment.