Sunday, January 2, 2011



-Has venido.
-¿Cómo iba a no venir?
Postrado en aquella cama, conectado a aquellos tubos cómo un muñeco,  ojeroso, y despojado de sus trajes con chaqueta y corbata, la edad y la enfermedad parecen haber consumido a Tom hasta reducirle a una figura apenas reconocible. Hasta su débil voz lo traiciona convirtiendose en una estruendosa tos cuando trata de contestarme.
-¿Sabes quien ha venido? NADIE. 
-Siempre me ha gustado ser diferente. -le replico colocando mis rosas blancas en un jarrón junto a su mesilla.
-Es el vigésimo ramo de rosas que llega, ¿sabes? -dice con melancolía- No ha venido nadie. 
-No podia no venir.
-Nadie que no quiera algo. ¡Solo quieren despedazarme pequeña!
-Algo he oido.
-¡Claro qué has oido! ¡Seguro que ahora mismo están reunidos! ¡Tramando cómo repartirse mi imperio! ¿Y sabes qué?
-Solo son ratas, Tom.
Cojo su arrugada mano para ponerla en mi regazo. Ojalá supiese consolar.
-Y arrasarán con todo. Escucha pequeña, ¿lo quieres? Puedo dartelo. Todo. Sólo pidemelo. 
-No puedo. 
-Se te daba tan bien...
Le doy un beso protector en las manos entrelazadas, y le coloco las palmas en mi vientre.
-Tres meses. -respondo a su mirada sorprendida.
-Vaya, vaya, pequeña.
Y sonrie. 
No he visto sonreir a Tom desde que le diagnosticaron el cáncer.
Llevo dos años visitandolo cada mes, ¿cómo voy a abandonar a un anciano solitario? Sobretodo cuando, si no me hubiese reclutado para su ejercito de mercenarios modernos, alejándome del momento mas negro de mi vida, quizás no me hubiese convertido en lo que soy ahora.
-Escúchame. ¿Recuerdas el primero de mis pisos en el que viviste? ¿Tienes la llave aún?
Hago memoria y recuerdo que me ordenó no deshacerme de ella, jamás.
-Ahá.
-Coge esa llave y ve a Zürich. Todo lo que hay en mi cuenta es tuyo.
-Tom...
-No. Prométemelo. Mis hijos están muertos. Jack está muerto. ¿Vas a dejar que se lo queden esas ratas? Tú eres lo único que me queda, pequeña. Eres la única que ha venido a verme.
-No soy nadie...
-Di que me lo prometes. Dimelo.
No necesito ese dinero. No puedo cogerlo. Pero no sé que me da más asco, quedarme con la fortuna de Tom, o dejar que las ratas se lo repartan entre ellas.
-Para el bebé. Jamás vi nacer a mi nieto.
Este bebé jamás tendrá un abuelo.
-Te lo prometo.

Epílogo


No comments:

Post a Comment

Note: Only a member of this blog may post a comment.