Sin embargo fue David quien apareció apoyado en la puerta de mis aposentos. Habia olvidado lo mucho que le habia gustado aquella noche que coincidió con él en La Buttoned.
-¿Interrumpo?
La cama deshecha, el olor a sexo, mi pelo revuelto, y el estuche del collar de perlas que la muy maldita de Mary Jane habia dejado a la vista después de llevarse su contenido, 'Puta tenía qué ser', no decían mucho a mi favor.
-No. No. ¿Qué...?
-Voy a llevarte a un sitio.
-¿Whiskey?
Asentí.
-Es guapa.
Miré a ambos lados, pero a excepción de un caballero con la cabeza metida en un libro, éramos los únicos clientes.
-¿Quien?-Su amiga.
Oh.
Jamás dejaría a Mary Jane saberse halagada.
-Es curioso. Ella piensa lo mismo.-Volvió ayer.
Esta vez no me hizo preguntar quien.
-Renée.
Cada vez tenía menos sentido la visita.
-¿Qué quieres?-Mi hermano dijo que ultimamente se dedicaba a malgastar el tiempo y el dinero en alcohol y pastillas. Y en esa dama.
-Bueno, Daniel ha olvidado los progresos de mi tesis, obviamente.
-Mañana por la noche a La Buttoned.
No dije nada. Y puso sobre la mesa un sobre sellado a nombre de 'Mr Charles Doe'.
-Si le pregunta, llegó con el correo ordinario.
'Fue ella la que...' iba a decir, pero ni siquiera pude terminar mi pensamiento.
¿Qué había ocurrido en realidad?
Todo parecía un sueño del que acabase de despertar y aún luchase por recordar todos los detalles.
-No lo sé.
-Las diez es una buena hora.
-No lo sé.
-Hasta mañana, Charles.
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