Thursday, June 2, 2011

-Tienes un gusto pésimo para los hombres, barbie.
No fui consciente de haberme despertado antes de su comentario. Estaba sentado a los pies de la cama.
-¿Cuándo has llegado?
-Anoche, durante tu cita con el sobrino de Robinson. Pero preferí esperar por si te lo traías a casa.
-Oh... no -sonreí- Pensé que debería estar despejado para cuando la policía entrase en la suya, acusándole de matar a su tío.
-Todo un detalle.
Se tumbó a mi lado sobre la colcha.
-¿Qué tal Rusia?
-Fría.
Me reí.
-¿A tí tampoco te llevaron a casa?
Negó con la cabeza y se rió también.
-Quizás debería comprarte un anillo ahora que dormimos en la misma cama.
-O pedirle a Tom una casa con dos habitaciones.
Meditó un momento.
-Prefiero la compañía.
-Podemos ir mañana a Tiffany's entonces.
-Y pasarle el recibo a Tom.
-Me gusta como piensas. Podemos hacerle testigo, y poner su nombre en el libro de familia.
Se quedó un rato en silencio, sonriente. Luego añadió muy serio:
-Somos tu familia. No te vamos a dejar sola, nunca, barbie, recuérdalo.



Treinta y cinco años después abrí aquella cajita por primera vez , con los ojos cerrados, como si fuese algún tipo de símbolo sagrado. Y allí seguía, tan precioso y reluciente como el primer día.
-¿Estás bien, mamá?
Sonreí.
-Sí.
Lo saqué con delicadeza y lo coloqué en las palmas de sus manos.
-He pensado que quizás preferirías usar este, en vez de comprar uno. Era... de mi familia.

Cuatro

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